Pimienta blanca, negra y roja… ¿Diferentes?

¡Qué punto le da a cualquier plato un poquito de pimienta! ¡Qué sabor, qué gusto, qué aroma! Condimentar nuestros platos con el toque justo de pimienta los convierte, de sabrosos en extraordinarios. Y es que, la pimienta, una de las especias más ancestrales, está incluso infravalorada porque no le damos el valor que realmente tiene. No es cara y quizás por eso, al estar tan popularizada, la tenemos como algo habitual y no le sacamos ni exprimimos su potencial.

Siempre la tenemos a mano, siempre en nuestra cocina y, desde hace algunos años, afortunadamente, tenemos más que arraigado en nuestro subconsciente cocinilla y de buenos paladares que debe siempre, para que la consumamos en su máximo esplendor, estar recién molida. Ya no vale eso de comprar pimienta molida ¡Qué barbaridad! Y atrás quedaron las excusas habituales de que no teníamos molinillos. Ahora, casi siempre (si la pimienta es medianamente buena), al comprarla siempre vienen en molinillos para que su uso, además de cómodo sea más adecuado. La pimienta siempre está pero que cuando esté, que sea fresca, recién molida y por supuesto, de la mejor calidad.

Mezcla de pimientas

Lo más habitual que venimos siempre usando y que siempre hemos visto en la cocina de nuestras madres y abuelas es la pimienta negra, de esa no cabe duda que debe estar. De hecho, en grano, es la que usamos directamente para nuestros guisos. Hasta ahí, fantástico y siempre todos, tenemos un bote de pimienta negra en casa. Pero, últimamente, cuando compramos molinillos para condimentar en crudo nuestras preparaciones, encontramos composiciones atrevidas en color y que al moler se mezclan aunque aún no conocemos muy bien qué contiene, qué tipos de pimientas son y qué tienen de especial. Lo más conocido ahora es fusionar en perfecto equilibrio la pimienta negra, blanca y roja. ¿Las conocemos?

Pimienta negra: es la de siempre por así decir. La más habitual, consumida y popular entre todos nosotros. Es la que hemos heredado de nuestras madres y abuelas. De eso, no cabe duda. ¿De dónde viene? Del Piper Nigrum (un arbusto tropical). Sus bayas se recolectan antes de su maduración para luego ser escaldadas (o cocer muy poco en agua) y así se acelera el proceso de oscurecimiento, lo que sumado al secado al sol, incrementará su picor.

Características en el plano “foodie” no le faltan, son más que conocidas pero además, para la salud es muy beneficiosa por ser antioxidante, ayuda a la retención de líquidos y es antibacteriana.

Pimienta roja o rosa: en esta ocasión, este tipo de pimienta proviene de otro arbusto llamado Schinus molle, procedente de Perú pero es Brasil donde más se encuentra actualmente y de donde sale la producción mayoritaria. Es, según se cuenta, la pimienta más pura y original de todas las pimientas. Se recoge la baya cuando ya está madura, quizás por eso es más suave en su sabor y picor recordando al pimiento aunque con toques cítricos.

Pero no le quitemos importancia. Se parece también, a pesar de su suavidad, a las guindillas y los chiles, eso sí, por su sentido más afrutado. Lo ideal es mezclarla con otros tipos de pimienta para así aportar aroma y sabor únicos a la mezcla.

¿Para qué platos es la mejor? Para el pescado a la brasa, marisco en cockatils o en ensalada. Y si tu precio te sorprende, recuerda que es la más pura de todas las pimientas.

Pimienta blanca: en esta ocasión y para terminar este primer repaso por algunas pimientas, la blanca también se recoge cuando la baya está madura. En este momento se secan primero y después, se pelan para extraer el propio grano. Posteriormente, pasarán a maceración con agua, momento en el que pierde la piel y de ahí que se quede como un grano blanco que es el que después consumiremos. ¿El arbusto del que procede? El Piper Nigrum como el de la pimienta negra pero lo diferencia que en la blanca se ha dejado madurar en su propio medio y después se ha pelado. Para pelarla se puede remojar en agua u otros procedimientos más mecánicos.

Es pimienta perfecta para la bechamel, le da un toque único y por lo tanto, para un buen plato de pasta, la pimienta blanca es la más adecuada. Eso si, siempre atentos porque es la más picante. Puede que por su maduración o porque no tiene cáscara que la “protege”, sea por lo que sea, es la más picante.

¿Y lo mejor de las pimientas? Mezclarlas y molerlas justo al consumirlas. Disfrutarás de lo mejor de todas ellas y tus platos tendrán un toque especial y único. ¡Pruébalas, te sorprenderán!