Imposible, literalmente… Imposible que exista en España una Semana Santa que se precie sin una buena torrija. Da igual cuál sea tu creencia religiosa, en nuestro país somos de buen comer y qué nos gusta ligar una tradición con un rico plato y sobre todo, con un buen dulce.
La Semana Santa está caracterizada por muchas costumbres, al menos por aquí: las procesiones, los tronos, los penitentes, las noches en vela y las salidas, también como no las mini vacaciones de estos días festivos… Y por supuesto, los platos típicos de estos días: el potaje de vigilia (con bacalao y espinaca para el Viernes Santo que los cristianos no comen carne), las tortillitas de camarones, la ensaladilla malagueña, los pestiños, el arroz con leche y por supuesto… las famosas, aclamadas y fundamentales… TORRIJAS.
Ya es más que un clásico y una Semana Santa no sería la misma sin una torrija. La clásica, la de toda la vida, es exquisita pero desde un tiempo a esta parte, la creatividad entró en juego y pasteleros renombrados así como otros menos conocidos pero igual de potentes en sus preparados, han versionado la torrija con nuevos sabores y opciones.
Torrijas de chocolate, de vino, con crema, con miel… Opciones no faltan y seguro que si hiciésemos la ruta de la torrija por todos las pastelerías de España, nos sorprendería todo lo que podemos encontrar. Y aunque seguro que todas están súper buenas, hoy nos vamos a centrar en la más tradicional, en la de siempre, en la de toda la vida. Porque además esa, la torrija auténtica es la que se cocina en nuestras casas desde que somos niños, es la que nuestras abuelas y madres elaboran con todo el amor y es esa que ahora nos toca a nosotros ponernos manos a la obra.
Y como en todo, lo fundamental es empezar por las recetas más clásicas y fidedignas que crear e innovar, debe hacerse sobre una base sólida.
Su origen
Antes de tirarnos a la piscina con la receta, hagamos un breve repaso histórico por le mundo de la torrija. La torrija es un dulce que se remonta al gastrónomo romano Marcus Gavius Apicius que ya nombraba un dulce similar aunque no igual. Las torrijas tal y como las conocemos ahora mismo son del siglo XV aunque poco o nada tienen que ver en su creación con la Semana Santa.
Se crearon o idearon para dar alivio a las mujeres parturientas que necesitan de recuperación tras dar a luz cuando se daba el año 1600. La idea es que con una pequeña rebanada de pan frito antes mojadas en leche y una copita de vino, las mujeres recuperaban el aliento y el buen tono después del esfuerzo de dar a luz y el desgaste propio.
¿Qué relación tienen con la Semana Santa? No se sabe muy bien pero parece ser que fue fruto de que al ser un postre muy calórico, aportaba el extra que hacía falta en los ayunos de la Cuaresma cuando no se comía carne ni algunos otros alimentos. Mucho más en tiempos difíciles y de guerras en los que el pan duro era de lo poco que sobraba y había mucho.
Receta de la auténtica Torrija
Ingredientes:
Para que un buen plato salga rico rico, lo más importante es empezar por unos ingredientes de altísima calidad y que siempre, sean los más apropiados.
- El pan: Jamás tendrás unas buenas torrijas si no eliges bien el pan. Empieza por aquí y pon toda la carne en el asador para hacer la correcta elección del pan. Actualmente lo tienes más fácil porque en las pastelerías y panaderías ya venden el denominado “pan de torrijas” para que sólo tengas que ponerte a prepararlas y no tratar el pan con anterioridad. Pero si quieres ir a la esencia de las torrijas, necesitas un pan casero. El pan de toda la vida, el de “pueblo” que llamamos aquí, ese es el mejor para este dulce. Tiene que ser un pan con miga cuanto más densa, mejor, sin aire (sin agujeros). Si no te vas a poner a hacer pan (que será lo más normal) compra el pan más auténtico que encuentres y déjalo reposar un día en casa. Es decir, necesitas el pan del día anterior para que las torrijas te salgan buenas. Si es así y es compacto, retendrá muy bien la leche.
- La leche: Igual que el pan es imprescindible… La leche, ¡también! Es clave y más ahora con la cantidad de leches diferentes que tenemos en el mercado. La leche, auténtica, que estamos elaborando un postre de toda la vida y piensa que antes no había leche desnatada, leche sin lactosa, etc. Así que elige una buena leche entera. ¿La marca? La que prefieras pero incluso ahora en supermercados puedes comprar leche fresca. Le va a dar un punto exquisito.
- Rebozado y fritura: Las torrijas para que sean torrijas ricas hay que rebozarlas y freírlas así que tienes que preparar huevo batido (si es de corral, más auténtico es todo), y un buen aceite para freír. Puedes elegir el que uses habitualmente (girasol o mejor, oliva, ni que decir tiene) y por supuesto, que sea limpio y de primer uso. Así te evitas mezclar sabores.
- Las especias: Las torrijas, además de pan, leche, aceite… Necesitan su toque especial y eso se lo van a dar, las especias. En la leche, puedes incluir y espolvorear un poco de canela, pero pura y de la buena (ecológica) o incluir una ramita de canela. También puedes poner un poquito de cáscara de limón y te quedarán, impresionantes. Y por supuesto, si hay algo que no puedes dejar atrás cuando vayas a freír tus torrijas es poner en el aceite, un trocito de cáscara de naranja. ¡Qué sabor más auténtico le va a dar!
- Extras: Y cuando ya tienes tu torrija terminada, tendrás que añadirle por encima aquello que más te gusta pero en la torrija de toda la vida lo normal es azúcar y canela.
Elaboración de las torrijas
- Corta el pan en rebanadas de grosor medio. Lo justo para que empapen y queden jugosas (y no pan frito y duro) y tampoco sea aquello un bocadillo de grueso. Seguro que tienes en la mente la visión de una torrija… Pues ese es el grosor con el que tienes que cortar las rebanadas de pan. Si las dejas muy finas, serán muy duras.
- Cuando ya tienes las rebanadas, empápalas bien en leche. No escatimes, déjalas bien que se impregnen de esa leche con un poquito de cáscara de limón y canela. Como diría mi abuela, “que cojan bien la leche que necesiten”. Eso es lo que va a hacer a las torrijas muy especiales y sabrosas.
- Freír: Después viene uno de los pasos más importantes, la fritura. Con el aceite bien limpio y por supuesto muy muy caliente, echa cada rebanada sobre el aceite y déjalas freír hasta que se tornen doradas. Una vez que le veas el color apropiada, sácalas del aceite y ponlas a “escurrir” sobre un papel de cocina absorbente con el que retirarás el excedente de aceite que siempre es un engorro y entristece el resultado final.
- Cuando ya están secas de aceite, es el momento de espolvorear el azúcar y la canela por encima.
Y con esto, tendrás listas tus torrijas más auténticas y ricas que hayas probado. Cómelas como postre después de una buena comida de Semana Santa o para merendar. Por supuesto, si vas a salir de Procesiones, puedes llevar un tupper pequeño en el bolso y en un momento de hambre, dar un buen bocado a tu torrija. Recuperarás la energía y podrás seguir toda la noche en danza (o de penitencia) eso ya, es elección de cada uno.
Disfruta de estos días de Semana Santa porque son una oportunidad única para descansar, desconectar, conocer bonitos lugares, visitar tradiciones de nuestro país y estar con quien más te apetezca (familia, amigos, viajar solo).
Gracias x compartir sus revista,gracias.custom writings
Que guay!! Que de planes!! La ruta de la torrija no me la quiero perder!! Y como yo me quedo aquí cuidando de los madriles, no te preocupes que te contaré