Procedentes de un arbusto con su mismo nombre, las bayas de enebro son un fruto con numerosas especies y variedades. Una vez están secas, su color es entre el azul, el púrpura y el negro, un toque que las hace tan características por su tonalidad como por su sabor.
¿Su sabor? Es peculiar, porque tienen un primer toque amargo, pero con un matiz dulce que las hace tan especiales. Te contamos un truco: para exprimir toda su esencia, machacalas en un mortero y desprenderán todo su sabor para poder disfrutarlas al completo.
Un gin-tonic, un buen cóctel y hasta una infusión, hay una gran variedad de bebidas que se llevan genial con este fruto. Podrás hacerte tantos combinados como quieras con este bote, porque tan solo un grano, llenará tu vaso de máximo esplendor.
Pero las bayas de enebro no son solo maestría de los cócteles, también hacen su función en carnes y pescados. Si viajas a Alemania, todo olerá a enebro, porque es el ingrediente estrella de muchos de sus platos. Su comida tradicional, el chucrut o sauerkraut en alemán, es col fermentada con un toque muy ácido al que, generalmente, se le añaden especias como las bayas de enebro. Esta receta se mezcla con carne, como las salchichas alemanas o chuletas de Sajonia.
Y, por si no te atreves con esta comida tradicional, dale una oportunidad a estas bayas en un buen plato de pasta con ragú al enebro. ¡No te arrepentirás!