¿Te van las pimientas? Si es así, tienes que probar la pimienta blanca.
Si la comparamos con la negra, la más común, posee un sabor más suave y delicado. Su aroma es menos intenso y, en cuanto al picante, ligero. Eso sí, potencia el sabor de las comidas de manera excepcional.
Pero ¿por qué es blanca? El momento en que se recolecta la pimienta es lo que hace que sea de este color, además condiciona sus características.
En este caso, se recolecta cuando está muy madura. Posteriormente, se sumerge en agua salada y, al secarla, se le extrae la piel. Como resultado, tenemos una baya blanca lista para el consumo.
Explicado así, parece un proceso fácil. Pero te advertimos que no lo es. Es un proceso complejo que requiere mucha atención y cuidado. Por ello, se la considera la pimienta más delicada de todas y la más especial. Necesita una buena dosis de mimos.
Esta delicadeza se traslada también a los platos donde se añade.
Te recomendamos hacerlo en platos como salsas, cremas o huevos. Ahí es donde saca a relucir todo su potencial.
Por ejemplo, prueba con esta salsa: salsa de pimienta blanca. Prepárala en tan solo 6 pasos:
- Derrite un poco de mantequilla en la sartén.
- Añade harina y remueve hasta que te quede una masa, cuidado con el espesor, no queremos que quede muy espesa.
- Añade leche y continúa removiendo, no dejes que se formen grumos.
- Deja que se cocine durante unos minutos a fuego lento.
- Añade sal y pimienta blanca al gusto y sigue removiendo.
- Cuando tenga la textura que deseas, retírala del fuego y ¡listo!
¡A comer! Utilízala, por ejemplo, en tus carnes favoritas. No querrás parar de mojar pan en la salsa.
Añade esta pimienta blanca al carrito y comienza a disfrutar de ella en casa.