Hemos comentado que las perlas de sal de Namibia se recogen precisamente en Namibia, ¿dónde si no? Pero lo más curioso es que hasta allí llegan después de un viaje de casi 6.000 km.
Su origen se sitúa un poquito más abajo del mapa, donde hace un poquito más de frío inclusive. Se forman en la Antártida, en sus aguas más profundas y puras.
Sin duda, es un largo viaje lleno de historia y de misterio. ¿No te están entrando ganas de descubrir a qué sabe?
Te damos un adelanto: no es algo a lo que estamos acostumbrados. Estas perlas son como caramelos consistentes y de sabor intenso. Basta con añadir una de las perlas al plato y los sabores bailarán al son de tus papilas gustativas.
Cuando decimos una, nos referimos a una dosis mínima. Ten en cuenta que su sabor es muy intenso, no se te vaya a ir la mano con el molinillo.
Por cierto, debemos decir también que esta sal podría ser un regalo para ese amigo o familiar tan sibarita que tienes. Pues es un producto muy poco conocido y hecho para los comensales más exigentes.
Sea como sea, desde la Antártida, pasando por el desierto de Kalahari, si tú quieres, puede terminar en tu mesa. En platos como los siguientes:
- Carnes. Si añades una perla de sal de Namibia a tus carnes cuando están en plena cocción, se disolverá que da gusto. Aunque lo que dará gusto será el sabor que deja. Entra en contacto con el jugo de la carne y no altera ni su textura y consistencia.
- Entrecot asado. En casos específicos, como este, lo mejor es añadir la perla justo antes de servir el plato. Dale unos minutos para que se disuelva y ganará un gustazo que dejará huella.
Estas son algunas ideas, pero lo cierto es que puedes usar la sal donde tú quieras. Te invitamos a probar con diferentes alimentos y sabores, repite con el que más te guste.